Manuel Bermejo. Profesor IE BUSINESS SCHOOL
Se acaba de celebrar el Congreso Anual de la Empresa Familiar en España, que organiza el Instituto de la Empresa Familiar con presencia relevante también de familias empresarias latinoamericanas. Un momento muy propicio para compartir reflexiones de presente y futuro.
La empresa familiar es la forma predominante de organización empresarial. Estudios como los de EY elevan al 80% el porcentaje de empresas familiares en el mundo.
Se ha venido insistiendo a las empresas familiares en la idea de que, para poder hacer realidad su razón de ser de la continuidad transgeneracional, debían tomar conciencia de su singularidad y abordar procesos como la protocolización o la profesionalización. Son unos primeros pasos, necesarios, los que han llevado a convertirse a estas organizaciones en lo que denomino Empresa Familia 2.0.
Ahora bien, el gran reto hoy es de mucho mayor calado pues supone la transformación de las compañías familiares para adaptarse a un tiempo nuevo, la “Sociedad del Cambio”. La concurrencia de fenómenos como la globalización y la digitalización ha hecho saltar por los aires viejos paradigmas. Las familias empresarias deben concienciarse que su desafío es transformarse para competir en este complejo, dinámico, global y sofisticado contexto. Deben apurarse para convertirse en Empresas Familiares 3.0, aquellas que evolucionan para competir en un nuevo entorno.
Algunos datos que ilustran el cambio que estamos experimentando: la plataforma de alquiler de alojamientos turísticos, Airbnb, alojó el pasado verano a 17 millones de personas, alcanzando un pico de casi un millón el 8 de agosto. Otra plataforma, en este caso de transporte compartido, Uber, acaba de cerrar una ronda financiación que eleva su valoración a casi 51.000 millones de dólares. Otro clásico de este nuevo mundo, Facebook, consiguió a fin de agosto conectar mil millones de personas, uno de cada siete habitantes del planeta. Hace tiempo que Google dejó ser en mero buscador para entrar en competencia con sectores tradicionales como la banca, los relojes o, pronto, el automóvil ¡Todo cambia y muy deprisa! La comparación de la lista de mayores compañías del mundo según el Ranking Fortune revela que la mitad de las compañías que ahora figuran en este listado no existían hace 20 años.
Mi concepción del sentido de la transformación de las empresas familiares es muy holístico. Ese camino demanda abordar diferentes retos. Empezaría por señalar la necesidad de construir sistemas de gobierno eficientes, cuyo beneficio va mucho más allá de los requerimientos de “accountability”. Un reciente informe titulado, IFC´s Family Business Governance Handbook, destaca la existencia de un buen Sistema de gobernanza como factor crítico de éxito en las sostenibilidad y éxito de los negocios de familia. Un evidente beneficio del buen gobierno es definir la agenda estratégica. Por ejemplo, un fabuloso reto para las compañías familiares de hoy será atraer talento, el verdadero bien escaso en la sociedad del conocimiento. O ganar perímetro de visión para entender cómo evoluciona el mundo y aplicar con sentido darwinista innovación adaptativa. O trabajar supuestos intangibles como la reputación, verdaderas palancas de creación, o destrucción, de valor. O crear un espacio de comunicación de calidad para canalizar las expectativas de los miembros de la familia. Sin duda, la profesionalización de la empresa familiar debe llegar ahora también a sus órganos de gobierno.
Otro fabuloso desafío de las compañías de familia de hoy es ganar tamaño. Es mandatorio que las familias empresarias se formen más para entender las reglas de juego del nuevo entorno y estar mejor preparadas para migrar estrategias, modelos de negocio o estilos de liderazgo. Porque el nombre del juego hoy se llama competitividad.
Afianzar presencia global será otro factor relevante. Muchas multilatinas, empresas familiares en buen número, han abierto camino. Evolucionar de la exportación a la consolidación de empresa multinacional sería muy deseable, por el bien de las empresas… y de las respectivas economías nacionales.
En definitiva, la hoja de ruta de la Empresa Familiar 3.0. pasará por trabajar en la concepción de legado para dotarse de un sentido transcendente que facilita la cohesión familiar, apostar por el emprendimiento corporativo que debe sobrevivir a la generación fundadora, orientación global para convivir en este mundo enriquecido por diferentes cosmovisiones o apostar decididamente por la creación de valor compartido entendiendo que crear valor para el accionista es condición necesaria pero no suficiente si no se atiende también a todos los grupos de interés.