Manuel Bermejo. Profesor IE BUSINESS SCHOOL.
Cada día tengo más claro que son los valores que dejan los líderes familiares es la mejor y más contundente vitamina para abordar con mayores garantías de éxito los retos de corazón y bolsillo que afrontan las familias empresarias.
He participado recientemente como conferenciante internacional al congreso de empresa familiar que organizó en Lima la revista económica Gestión. Tuve la fortuna de compartir cartel con Johnny Lindley, Presidente de Corporación Lindley, empresa familiar centenaria fabricantes de la mítica Inka Cola. Un caso de éxito sin precedentes que se estudia en las mejores escuelas de negocio del planeta por cuanto por generaciones Inka Cola logró batir a Coca Cola en el mercado peruano. La historia es apasionante pues hoy son aliados en un ejercicio visionario de esta familia emprendedora de raza.
Escuchar la historia de los Lindley te lleva a comprender de nuevo el enorme activo que supone gestionar una compañía en base a muy sólidos valores que han ido labrando los grandes líderes emprendedores que dirigieron los destinos de la Corporación Lindley a lo largo de su más de un siglo de vida.
Saber que cada líder generacional debe aportar valor a la compañía. Que su gestión debe contribuir a dotar de mayor robustez al legado familiar. Cada líder que estuvo al frente del negocio provocó un impulso importante de la compañía. Y así, sucesivamente. Sin duda, un gran activo de las familias empresarias es contar en todo momento con un líder emprendedor por generación
Entender que un entorno tan competitivo como el actual demanda sin excusa la mayor profesionalidad en el gobierno y la gestión. En tiempos no tan lejanos de economías más cerradas y donde la competencia era fundamentalmente local bastaba, y qué esfuerzo, hacer las cosas muy bien para asegurar una posición en el mercado. Hoy hace falta alcanzar la excelencia.
Asumir que a veces no todos van a poder estar en el mismo barco pero afrontando esos procesos desde los principios y con ánimo de salir refortalecidos. El gran objetivo es que los miembros de la familia que permanezcan compartan proyecto y valores.
Cuidar a los colaboradores con exquisito esmero, como si fueran de la familia porque, aunque no comparten apellido, sí comparten, precisamente, proyecto y valores.
Entender que hay que evolucionar en todo, que las viejas recetas no aseguran éxitos futuros. Pero avanzando siempre guiados por aquellos principios que permitieron el éxito en la gestión de familia y negocio. Es la sabia mezcla, a la que tantas veces apelamos, entre valores tradicionales e innovación adaptativa.
En suma, las empresas familiares admirables cuentan son valores muy reconocidos que van transfiriéndose por generaciones y actúan como faro para guiar el devenir de familia y negocio. Porque desde los valores se facilita la siempre compleja de trabajar en aras de la cohesión familiar y el crecimiento empresarial.