Manuel Bermejo. Profesor Empresa Familiar IE BUSINESS SCHOOL.
Recientemente se ha publicado el Indice Global de la Empresa Familiar que elabora el Centro para la Empresa Familiar de la Universidad de St. Gallen en Suiza que lista las 500 empresas de propiedad familiar más grandes del mundo. En este ranking aparecen compañías tan relevantes como Walmart, Volksvagen, Berkshire Hathaway, Exor, Ford, Cargill, Koch Industries, BMW, Schwarz Gruppe, Groupe Auchan, Arcelor Mittal, Peugeot, America Movil, Iatu Unibanco, Roche o Christian Dior…. El conjunto de esta lista de 500 grandes empresas familiares alcanza una cifra de ventas de 6,5 billones de dólares.
Es decir, si se constituyeran en una nación serán la tercera economía del planeta solo superada por EEUU y China. Otro dato muy significativo es su capacidad de generar empleo, ese bien cada día más apreciado por escaso. Emplean a 21 millones de personas, lo que supone una media de algo más de 40.000 puestos de trabajo por compañía. Una vez más leyendo este informe me reafirmo en la idea de que la empresa familiar no está abocada a ser una organización mal gestionada y, por tanto, abocada al pequeño tamaño y breve longevidad. La empresa familiar presenta sus singularidades que hay que saber gestionar para que en vez de convertirse en anclas faciliten la concreción de potentes ventajas competitivas. Por ejemplo, la visión de largo plazo o el empeño de cualificados miembros de la familia en asegurar el alineamiento estratégico en sus compañías suponen enormes fuentes de ventaja competitiva.
Mientras que tratar de perpetuar una mezcla constante y falta de rigor entre familia y empresa supone un pesado ancla que lastra la sostenibilidad futura del proyecto familiar. Desde luego algo que está detrás de todas estas compañías es un profundo sentido estratégico por parte de sus líderes para dotar a la familia y la empresa de capacidades que les permitan llegar a ser organizaciones, empresariales y familiares, muy competitivas. Hay un elevado componente visionario entre los líderes que han ido construyendo el legado de una gran empresa familiar. Visión para los negocios pero también para la gestión de la familia. No olvidemos que las familias empresarias se gestionan en base a cuidar exquisitamente los equilibrios entre todos los planos que confluyen en estas complejas organizaciones. Sin esa visión estratégica nos estaremos perdiendo siempre en los pequeños asuntos tácticos o en las pequeñas miserias humanas que impiden el crecimiento empresarial y la cohesión familiar. Profunda pérdida de energía esa de librar las batallas dentro de casa.
Estas grandes empresas familiares han demostrado una gran habilidad para superar las sucesivas transiciones generacionales. Esto es, tienen una extraordinaria habilidad para llevarse bien por mucho tiempo. Seguramente les habrá sido muy difícil extender este principio a toda la familia y habrán operado alguna poda, como se suele hablar en la jerga de la empresa familiar. Pero también han tenido muy claro que en todo momento debían contar con líderes emprendedores por generación. Son estos líderes los que crean las condiciones para seguir creciendo generación tras generación.
Por el lado de la gestión emocional de las relaciones familiares, las grandes empresas familiares han sabido dar el salto para pasar del componente puramemte emocional que preside muchas relaciones familiares a una visión mucho más racional para dirigir sus actividades de negocio y de familia. Otra característica muy desarrollada en estas empresas es la capacidad de pensar y actuar a largo plazo. No pensar solo en el siguiente trimestre sino pensar en la siguiente generación. En el bien entendido, además, que cada generación ha sido capacidad de aportar gran valor para profundizar en la senda del crecimiento. Por último, el estudio de estas empresas demuestra también su capacidad para innovar.
Eso sí, innovar desde el respeto a los valores. Porque como repetimos habitualmente la clave está en el sabio equilibrio para combinar valores tradicionales con innovación adaptativa.